Aunque se anticipó a Kandinsky y Mondrian no fue sino hasta hace poco que se comenzó a reconocer su influencia en el mundo abstracto.
Hilma af Klint decidió crear pinturas radicalmente abstractas. No era un trazo fuera de lugar o un juego de colores. Audaces, coloridas y sin referencia alguna, sus obras abrirían un mundo de posibilidades hasta entonces inexploradas. Af Klint rara vez exhibió sus pinturas y pidió que no fuesen expuestas hasta veinte años después de su muerte. Hilma era artista pero también mística y su obra se centra casi totalmente en las visiones esotéricas que hacía de sus sueños y la relación entre el sueño y la vida más allá de la muerte.
Por mucho tiempo Kandinsky fue considerado el padre del abstraccionismo, su producción teórica al respecto hizo que esta creencia tomara fuerza. Sin embargo, hace algunos años se conoció también que el ruso conocía de la obra de Hilma mediante Steiner, su amigo cercano y que lo llevó a su estudio. Todo esto antes de que iniciara su creación abstracta.