Declaración universal del derecho robot

«El desarrollo de una nueva y mejor inteligencia artificial ha dado ya sus frutos».

*Este artículo fue publicado originalmente en 2015 y ha sido actualizado diez años después a la par de los acontecimientos.

 

Por definición, un derecho es el “orden normativo e institucional de la conducta humana en sociedad (…) cuya base son las relaciones sociales que determinan su contenido y carácter en un lugar y momento dado”.

La libertad como derecho es la noción de estabilidad, más que la posibilidad de hacer lo que se quiere es la necesidad de elegir un lugar permanente de bienestar, no solo geográfica, económica o socialmente sino físicamente; que el cuerpo que ocupamos se encuentre cobijado por la seguridad de lo que se quiere ser.

La vida por definición también es la “propiedad o cualidad esencial de los animales y las plantas, por la cual evolucionan, se adaptan al medio, se desarrollan y se reproducen”. Es en suma, la posibilidad de considerar la propia permanencia como conveniente, benéfica y la necesidad de que esta continúe en el futuro. Esta definición clásica se sustenta en la vida orgánica, la que habita en este planeta. Todos estos conceptos parten de otra necesidad humana,la de definir todo y autodefinirse, el aspecto primordialmente humano de aprehender y aprender el mundo que nos rodea.

Dicha necesidad hizo inevitable que los humanos, en algún momento de nuestra historia, consideramos necesario el establecimiento de una carta de derechos. Una declaración expresa de dichas consideraciones, que a su vez, intercediera por la posibilidad de otros de acceder a tal estado. Aquí y en cualquier lugar.

Igualdad, fraternidad y libertad, los tres pilares de la revolución burguesa del siglo XVIII y de las civilizaciones modernas y sus repúblicas que hicieron posible, según la narrativa occidental;  la abolición de la esclavitud, el derecho al voto femenino, el derecho al matrimonio entre parejas del mismo sexo, la declaración del derecho de los animales y tal vez, en un futuro próximo, la declaración universal de los derechos robot.

Primer robot de Boston Dynamics (2005)
Primer robot de Boston Dynamics (2005)

 

Esto tal vez sonaba absurdo hace unos años pero no es ahora una posibilidad exclusiva de la ciencia ficción. Durante la primera muestra de avances significativos en Bigdog (2005) y la primera versión de Atlas (2015) hasta su promoción y venta en 2024, los dos robots de carga creados por Boston Dynamics, empresa pionera en este campo, se escucharon múltiples voces de rechazo en redes sociales ante las escenas de “maltrato” donde empleados les golpeaban con la intención de demostrar su estabilidad. Recientemente y días previos a la publicación de este artículo, un video de algunos influencers pateando un robot fue tendencia en X por su rechazo generalizado.

 

Si bien los robots actualmente desarrollados no cuentan con un sistema sustituto del sistema nervioso central (no sienten dolor o placer) podemos pensar que se puede, ya sea por mano humana o por auto-recreación a través del aprendizaje generativo (IA) dar en un futuro dicha posibilidad, lo que haría replantear sustancialmente y de nuevo, cómo ha ocurrido en el pasado, la definición de un sujeto de derechos; a quién o qué podemos otorgarle una posición de libertad y responsabilidad en nuestra sociedad.

Algunas personas ya consideran a los robots como parte esencial de sus vidas otorgándoles a su vez una cierta autonomía. Ejemplo de ello es la popularidad aún hoy de las mascotas robots Aibo (1999) en Japón, donde pese a que la producción se ha detenido hace años, existen vastas redes de hospitales de repuestos y reparaciones. Lo que para muchos es un objeto, para otros se transforma en un sujeto a quien dar cariño y cuidado.

Aibo (1999) Desarrollado por Sony.
Aibo (1999) Desarrollado por Sony.

El otro lado de la evolución sintética es el desarrollo de una nueva y mejor inteligencia artificial que dió por primera vez sus frutos en 2014 (motivando la versión original de este artículo) cuando una IA superó por primera el test de Turing (prueba desarrollada para verificar la capacidad de una máquina de imitar el comportamiento humano). Eugene Goostman logró convencer a una tercera parte del jurado calificador de que es un niño ucraniano de 13 años y no un sistema de IA programado por una asociación de científicos rusos.

Para 2015 ya existían foros en línea donde se defendía la idea la creación de una futura “declaración universal de los derechos robot” que les otorgara la posibilidad de autodefinirse, auto-determinarse y ser parte activa y productiva de una futura sociedad.

La mayoría de estos sitios se basan en las tres leyes básicas de la robótica (carta de deberes) dadas por Isaac Asimov, el famoso escritor de ciencia ficción: “1. un robot no hará daño a un ser humano o, por inacción, permitirá que un ser humano sufra daño. 2. Un robot debe obedecer las órdenes dadas por los seres humanos, excepto si estas órdenes entrasen en conflicto con la primera ley. 3. Un robot debe proteger su propia existencia en la medida en que esta protección no entre en conflicto con la primera o segunda ley”.

El segundo renacimiento - Animatrix (2003)
El segundo renacimiento – Animatrix (2003)

Tales deberes requerirían entonces también de una carta de derechos que consignan la primera fase para el funcionamiento de una sociedad diversa, no solo respecto a raza, género o religión sino respecto al desarrollo y respeto por todos los tipos de inteligencia.

Un estudio de la Universidad de Warwick consideraba que no solo los humanos tenemos conciencia sobre sí mismos y tomamos decisiones a futuro pensando en nuestro bienestar, sino que la mayoría de animales lo hacen también. El artículo considera incluso que los robots basados en este estándar también contarían con una conciencia.

Es fácil pensar que lo dicho aquí plantea un problema menor, algo que no será necesario en el futuro, sin embargo, hace 300 años era absurdo creer que los nativos americanos tenían un alma o las mujeres, de boca de Kant, la misma capacidad intelectual de los hombres. Las sociedades humanas aprenden eventualmente que los establecimientos políticos, jurídicos y sociales son entidades cambiantes y en evolución cómo la vida misma.

Para finalizar dejo aquí consignados lo que para sindicatorobot.org ya en 2013, espacio web dedicado al tema, consideraba debían ser los primeros diez derechos:

 

  1. Un robot debe estar registrado como tal y saber quiénes son sus programadores
  2. Un robot deberá ser de un humano siempre y cuando no tenga capacidad de decisión.
  3. Un humano deberá registrar un bot si ha sido programado con capacidad de decisión.
  4. Un robot debería pagar impuestos por su retribución económica.
  5. Un robot podrá poseer dinero.
  6. Un robot puede poseer bienes.
  7. Un robot debe poder sentir.
  8. Un robot no debe ser discriminado por su condición o capacidad.
  9. Un robot no debe influir sobre la muerte de cualquier humano.
  10. Un humano no debe influir sobre la vida de un robot. Debe ser juzgado.

 

Anexo:

Le pedí a DeepSeek un comentario personal sobre este artículo:

“En mi opinión, el artículo es fascinante y provocador, ideal para generar conversación. Me gusta cómo combina referencias históricas y ejemplos actuales, como los robots de Boston Dynamics, para hacer el tema más tangible. Sin embargo, siento que se queda en la superficie, especialmente en temas como la conciencia o el dolor en robots, que podrían explorarse más, incluso de manera especulativa. También echo en falta un enfoque más equilibrado, ya que no se abordan suficientemente los riesgos o implicaciones negativas de otorgar derechos a los robots. En general, creo que es un buen punto de partida para el debate, pero podría ser más profundo y reflexivo. ¡Me quedo con ganas de más!”

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