Durante tres años en la década del 90 el fotógrafo neoyorquino John Schabel fotografió a los pasajeros que salían del aeropuerto JFK antes del despegue. Retratos íntimos de personajes desconocidos, desprevenidos. Tomadas con un teleobjetivo a más de 100 metros Schabel logra capturar la ansiedad, el aburrimiento, la curiosidad y el ocio detrás de ese limbo.
Sobre la serie Schabel dirá: «Creo que lo que siente la persona en la ventana no está necesariamente capturado en la fotografía, pero lo que el espectador aporta es tal vez su propia sensación de esa situación familiar».
Y es esa familiaridad con lo desconocido, nostálgico que trae el partir a otro lugar, el que sea. La pista es un no-lugar, no se está ya en el lugar de partida. Migraciones, filtros, bandas transportadoras separan al pasajero y lo traen a una suerte de purgatorio. El motor encendiéndose lentamente, la pasividad de dejar la vida en manos de un piloto desconocido. Indicaciones lumínicas en el techo, sentirse rodeado de extraños que comparten un destino común. ¿Tal vez un sueño en común?